viernes, 24 de agosto de 2012

Sex one

Dios quiere que follemos a todas horas, así no tiene que preocuparse por si matamos a alguien, empezamos una guerra o alguna otra forma de pecado. El sexo para el amor, el amor evita la guerra y todos contentos.

Sexo, cielos... antes daba tanto miedo esa palabra y ahora la dicen cualquiera en cualquier red social. "Ojalá este sudor fuera de follar", "Mi madre diciéndome 'si follaras más no estarías tan frustrada' #lololol", "Yo, ya #secorrió", "Follemos, follaron, follantum". Todas estás paridas sin fuste están permitidas por una sociedad que ha dado un paso de gigante en cuanto a los temas tabús. Ahora, bajo la seguridad del "anonimato" e Internet podemos decir lo que nos salga de la polla sin miedo a ser rechazados.

Twitter está lleno de chicas que les encanta chupar pollas "Lo único que me apetece es metérmela en la boca" y tíos que bien dejan qué desear "Ha llegado mi novia, tuitearé con el móvil apoyado en su nuca"; en los sitios web de contar anécdotas solo encontramos chicas que quieren "ser empotradas contra la pared" y chicos que fardan de haberse follado a su propia prima. Mejor no digo nada de Tuenti. Es todo un despropósito.

Aún recuerdo mi primera revista porno, no era porno era una Interviú que encontré entre los escombros de una casa que acababan de tirar. Me colé para mear después de salir del colegio, tendría unos diez u once años y mientras estaba meando la vi entre abierta debajo de unos cascotes. Aquello era ilegal joder, eran tetas de verdad y a veces podía verse un poco de coño con su perfecto vello arreglado. Era como mirar al cielo, mujeres desnudas ante nuestros vírgenes ojos inocentes. Recuerdo perfectamente como nos daba vergüenza mirar hacia el sur porque no sabíamos muy bien para qué coño servia y era algo incomprensible para nuestras pequeñas mentes.

Mi primera vagina. Nunca se me olvidará. Fue con una revista llamada "Macho" del 82; se la robé a mi padre porque tenia curiosidad y allí estaba, en todo su esplendor una hermosa y rosada vagina, rodeada de un afro bien cuidado. La muchacha portante era una joven de piel morena con un pelo negro y rizado, muy hermosa. Me mostraba todo su amor sentada en el suelo, con las piernas abiertas y mirando inocentemente hacia un lado. Pensé en la complicidad del órgano sexual, el mio era simple: un cacho carne, feo, seco como anticuado; pero aquello era hermoso, aún siendo una foto podía notar la humedad que desprendía, notar su suavidad, incluso, no me preguntéis por qué, sabía que estaba caliente. No llegaba a entender su funcionamiento, sabía que el pene tenia que introducirse de alguna manera en aquella obra de arte, pero aquello era un acto atroz, estaba perfecta así, tranquila y palpitante, sin una polla que enturbiara la más preciosa imagen que vería en años. Tras mi pequeña erección me imaginé si aquella panacea también se empalmaría para poder realizar el acto sexual, de alguna forma imaginé que crecería y envolvería el pene. Pequeño idiota.

Recuerdo perfectamente que aquella mujer vestía una chaqueta de lana abierta, dejando ver sus preciosos y turgentes pechos, acabados en un rosado y pequeño pezón. Fue la primera erección provocada, un triunfo  para mi y sobre mis amigos, mi primer "chocho" y estaba dispuesto a describirlo al día siguiente en clase. Por supuesto no me la casqué, evidente; mi primera vez -masturbatoria- no llegaría hasta el primer año de instituto.

Por eso, ahora mismo, en este mundo guarro existe el amor, el sexo y el amor por y para el sexo. Nunca te olvidaré, fuiste "Mi Vagina" como Anna Chlumsky fue "Mi Chica".

No hay comentarios:

Publicar un comentario