viernes, 17 de agosto de 2012

Columna V

Deja de pensar en lo que deberías hacer y haz lo que tienes que hacer. La vas a cagar hagas lo que hagas.

Queridos lectores ,el dolor es algo bueno y con suerte nos dura toda la vida. A veces nos duele el corazón y si tenemos suerte es por otra persona. No creo que haya otra manera de que duela esa parte del cuerpo. Despiertas una mañana con la intención de comerte el mundo y al final del día, entre el silencio y las sábanas te das cuenta de que ahí está el dolor que te hace recordar. Es el momento más vulnerable.

Pequeñas personas sufridoras, amantes marchitos, vaginas solitarias, flácidos cachos de carne, todos sois queridos y odiados por Dios. Da igual cómo seáis, estúpidos, obsesos, dependientes sociales, fanáticos tecnológicos, coged a vuestra sucemedia naranja, ponedle un emoticono feliz y deseadle la buenas noches con esas palabras transcritas tras una barrita parpadeante tan seca como la vida misma. Ese es el individualismo atroz que nos hace tan difícil comunicarnos con el sexo opuesto. El amor se ha convertido, tristemente, en una linterna encendida de día, da luz, pero no sirve para nada. Ese puto problema nos come cada día y nos importa tan poco que da hasta pena. Nos dedicamos a reír las penas y llorar las alegrías en la   comodidad y seguridad instantánea de nuestro hogar, tras un aparatoso e infinito cableado que nos da unos segundos más para pensar qué coño decir, cuando son las primeras palabras (o primeros pensamientos) las reales y las verdaderas.

Coged vuestra polla, machacad el teclado con ella y con suerte formulareis las pequeñas palabras mágicas que harán que aquella chica al otro lado del mundo os de la patada y no tengáis ni una mísera oportunidad para devolverle un beso. Bravo.

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