jueves, 18 de octubre de 2012

Columna XVI

Las personas caminamos hacia un destino desconocido, nos da igual el camino, solo queremos llegar al final y descubrir la razón por la que caminamos.

Imagina una oscura selva que se extiende en todas direcciones, te rodea, pensativa y latente, a la espera de tu próximo movimiento, casi inmóvil ¿Qué es lo que sientes? Exactamente eso. Cada paso es importante, observas las sombras danzantes a tu alrededor, los ruidos desconocidos son eclipsados por los latidos de tu propio corazón que cada vez suenan más fuertes. Nada importa ya, pues has perdido la razón por la que avanzabas, adentrándote más en el camino, olvidando el punto de partida, haciéndote imposible la vuelta atrás. Lo blanco se vuelve negro, el día se convierte en noche, la felicidad se torna en tristeza.

"No puedo quedarme, no puedo..." Esa es la triste historia de la vida de un hombre. La oscuridad es la mejor amante del solitario, el silencio, la melancolía y, si, un poco de cinismo. Llevo un jersey de lana viejo, deshilachado y llamativo; es negro con adornos violetas, blancos, marrones y verdes, además, tiene un escudo, con sus laureles y hasta una corona, con una avioneta en el pecho. Nunca estuvo de moda y eso lo hace atractivo. Tiene cierto olor a viejo, como a polvo, un olor muy agradable, recuerda al hogar.
Era de mi madre, que me lo dio cuando aún no llenaba las mangas y me quedaba grande; recuerdo meter las rodillas dentro de él y abrazarme a ellas, haciéndolo aún más grande, pero es cálido y cómodo. No sé si decirlo, pero si se me permite, creo que quiero mucho a este jersey. Ahora que lo pienso, creo que nunca se ha lavado, no sé, suena extraño pero la suciedad no se atreve a ensuciar algo tan puro e inocente como un jersey viejo, no sería justo.

Si me quitara el jersey no notaría frío alguno, no porque no sea una fría noche de otoño, sino porque no me siento capaz de sentir nada en este momento. Todas las terminaciones nerviosas que rodean mi cuerpo se han quedado mudas ante los pretéritos sucesos. Están calladas, ausentes, impávidas ante estímulos externos, como el frío o el calor, porque mi mente se encuentra ocupada en algo tan importante que olvida el resto del cuerpo. Es curioso como antes mi mente estaba ocupada en la misma cosa, pero en un contexto diferente y algo ambiguo, mágico quizá; ahora se entretiene en un ambiente de tristeza solemne y depravada, excitada día a día con la fusta moderna llamada Internet. En ciertos momentos consigo desconectar, transformándose en un vaivén trastornado de sentimientos contradictorios. Francamente, veo la locura como una escapatoria plausible a la decadente realidad presente. 

miércoles, 10 de octubre de 2012

Columna XV

Los "te quiero" siempre van en pareja.


En las películas porno suele haber dos mujeres y uno o varios hombres, como en la vida, siempre hay una persona que acaba siendo follada hasta el más placentero orgasmo mientras que hay otra que solo se dedica a lamer ojete depilado. Puedes llegar a sentirte así cuando te dedicas en cuerpo y alma a ser lo más perfecto para alguien pero en cambio solo recibes mierda y negativas contradicciones.

Un día recibes una llamada que crees que cambiará tu vida, al otro lado está Dios enredando el cable del teléfono y jugando tímidamente con las palabras, su voz tibia te relaja y hechiza, pero ocurre que no cambia nada o el cambio no ha producido el resultado esperado. Pasan los días y el sol te marchita, la precoz felicidad se dobla como un fino tallo en la más bonita pradera. Vuelves al mismo estado de decadencia y te preguntas hasta cuándo vas a mantener la promesa de no ser igual que los demás o al menos ser algo diferente, llamativo, resplandeciente.

¿Cuánto tiempo vas a dejar esas palabras pudriéndose en tu mente?

"Hagas lo que hagas, pienses lo que pienses, no seas otro maldito ladrillo en el muro". Y no tengo pensado serlo.

domingo, 7 de octubre de 2012

Columna XIV

Terrícolas, lo siento mucho, el amor ha muerto, ya no queda ni una diminuta pizca en todo este vasto vertedero.


Te paras un momento, desconectas del universo, bebes cuatro cosas que te llevan a un estado de lucidez total en el que te das cuenta de las millones de cosas que pasan ante ti como un puñetero río iridiscente de verdad fecal que desprecias por el simple hecho de que no quieres conocerlas. En la total decadencia llegas a un acuerdo contigo mismo, te preparas para lo que sobrio no has tenido valor ni para pensarlo y, sutilmente, te lanzas en busca de una respuesta larga que culmine en la mayor de las gratificaciones.

Los terrores de las dimensiones ignotas fluyen bajo tus pies, los miras de reojo mientras riegas tu cuerpo con más falsa auto-seguridad, la mierda más grande jamás creada en este mundo. Es cierto, no sientes miedo, un cálido valor te llena y te crees capaz de manejar mejor la situación porque las verdaderas represalias ahora no son tan temibles; tienes una red de excusas preparadas que esta sociedad suele admitir en un alto porcentaje y en el peor de los casos la otra parte influyente pondrá más de su parte de la que te esperabas. El terror existe, es bárbaro y horrible, casi medieval pero eso te importa tres cojones por algún tipo de pseudorazonamiento de la más pura ebriedad cognitiva.

Pero, algo ocurrió al margen de mi propia voluntad, una pequeña parte de ese río de miedos entró en mi cabeza a causa de diferentes hechos que pasaron en menos de escasos segundos, no fui capaz de rechazarlos, por lo que pusieron punto y final en la página, pasaron a la siguiente y escribieron un nuevo capitulo, lo peor de todo es que se acabaron esas sonrisas de tonto. Ahí estaba en el suelo caduco, mirándome los pies y dándome cuenta, ahora, de que es la tierra la que se mueve.

No me hagas suplicarte, sería humillante.