Los "te quiero" siempre van en pareja.
En las películas porno suele haber dos mujeres y uno o varios hombres, como en la vida, siempre hay una persona que acaba siendo follada hasta el más placentero orgasmo mientras que hay otra que solo se dedica a lamer ojete depilado. Puedes llegar a sentirte así cuando te dedicas en cuerpo y alma a ser lo más perfecto para alguien pero en cambio solo recibes mierda y negativas contradicciones.
Un día recibes una llamada que crees que cambiará tu vida, al otro lado está Dios enredando el cable del teléfono y jugando tímidamente con las palabras, su voz tibia te relaja y hechiza, pero ocurre que no cambia nada o el cambio no ha producido el resultado esperado. Pasan los días y el sol te marchita, la precoz felicidad se dobla como un fino tallo en la más bonita pradera. Vuelves al mismo estado de decadencia y te preguntas hasta cuándo vas a mantener la promesa de no ser igual que los demás o al menos ser algo diferente, llamativo, resplandeciente.
¿Cuánto tiempo vas a dejar esas palabras pudriéndose en tu mente?
"Hagas lo que hagas, pienses lo que pienses, no seas otro maldito ladrillo en el muro". Y no tengo pensado serlo.
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